23 abril 2007

Una nueva comida para compartir


Hola gentes que me escucháis y me emocionáis:
noticia, primicia:
hoy vamos a cocinar un plato sencillo pero muy sabroso para toda la familia, pero antes, debo ponerme tierno y contar que mi hija mediana, después de verme trastear entre blogs, ha decidido lanzarse y empezar el suyo. Espero que le sirva y que el título que ha elegido sea el anuncio de lo que la vida le vaya trayendo:




Espero que le acojáis como lo habéis hecho conmigo. Un abrazo y vamos a cocinar:


Pasta con pollo y salsa de roquefort.

Ingredientes:
(para 5 personas)
500 grs de pasta, en este caso me gustan los nidos de tagliatelle
300 gramos de pechuga de pollo
100 gramos de queso de roquefort
nata líquida para cocinar (unos 200 ml)
sal

Preparación:
1- Cocemos la pasta en abundante agua a la que añadiremos una pizca de sal y un chorretón de aceite. Sacamos la pasta y la pasamos por agua fría para cortar su cocción, la secamos y la apartamos.
2- Mientras tanto sofreímos el pollo en dados, hasta que esté bien dorado. Lo reservamos también.
3- En una cazuela deshacemos el queso en la nata hasta lograr que tenga la textura que nos guste (no demasiado gorda).

Preparamos en un plato la pasta, le colocamos unos trozos de pollo por encima y añadimos la salsa al gusto de cada uno.

La foto es de mi casa y puedo deciros que se relamieron de gusto todos, hasta el perro Lur.
Como veis, le va a las mil maravillas este vino blanco de Argentina, del valle de Cafayate, a 1750 metros de altitud, en Salta, que conseguí el otro día aquí, en Vitoria-Gasteiz. Es algo dulce, pero no en exceso.

En realidad la receta es con litiruelas de cordero o de ternera, que son las humanas parótidas, y que hay que hacerlas fritas, después de cortar en dados y pasarlos por pan rallado. Es la original y seguro que no os arrepentís de hacerla alguna vez. Una receta variada.

Opciones: si a alguien no le gusta el queso, podéis añadir tomate o una besamel fina.
Para completar la comida (si hay comensales tripones) una ensalada de tomate, con unos granos de maiz y en el aderezo (mezclar aceite, vinagre y sal al gusto) añadir una cucharada de miel. Ya veréis qué ien le sienta al cuerpo.

Os dejo con un poema, que me está entrando el hambre.
Aunque en otros lados estéis con el otoño, aquí está llegando la primavera:

Ya le roba la luz y el color
al invierno la primavera.
Se acerca sutil y señera
tañendo muy suave el tambor.
Extiende su vestido de flores
cantan más altos los cantos
antes fríos y grises llantos
pájaros de mil y un colores.
Brotan del árbol las hojas
llenando de verde el vacío
mientras allí junto al río
crecen amapolas rojas.

En el alma sentidas melodías
en mis ojos tonos de mil colores
en mis manos, calor, viejos amores
primavera de dulces sinfonías.