27 julio 2007

cordero guisado



Esta vez nos toca un plato que admite muchas variaciones. Yo os propongo una sencilla y muy, muy rica.
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Ingredientes:
1 kg de cordero de pasto por cada tres comensales.
Pimiento rojo
Pimiento verde
Cebolla
Calabacín
Ajo
Vino blanco
Aceite, sal y pimienta.
Patatas
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Preparación:
En la olla a presión ponemos dos cucharadas de aceite, las verduras troceadas y las rehogamos un rato.
Mientras tanto extendemos el cordero (deberemos decirle al carnicero que nos lo trocee en trozos pequeños) y echamos sal y pimienta por encima.
Añadimos la carne en la olla y la rehogamos unos minutos.
Echamos un vaso de agua y otro de vino blanco (si no hay, tinto o un poco de cognac, o nada) y hacemos dutante 45 o 50 minutos según la cantidad que hayamos puesto.
En el último momento, freímos unas patatas en trozo y añadimos por encima.
En la foto hay seis kilos de cordero para unos veinte comensales. Lo acompañé de unas escalibadas (la familia de mi mujer no la había probado aún), unas fuentes de tomate y unas mini torrades de diferentes composiciones (la típica de jamón, otras de queso fresco y anchoa y otra de queso de cabra).
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Si en vez de añadir las patatas al final las cocemos con el cordero los últimos 20 minutos y añadimos tomate, sería la caldereta de cordero (en la rioja también sartenada de cordero).
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Como siempre, con un buen vino tinto y vuestra compañía, la fiesta sería inolvidable. Me falta vuestra presencia alrededor de esa mesa donde hay sillas para todos. En presencia está parte de mi familia (que no dejó nada), pero ahí queda vuestra oportunidad de compartir conmigo un plato más.
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Unos versos para terminar: (es un poema que escribí para la consulta de psicoterapia que tienen mi mujer MariCarmen y su socia Feli). Recibe a los que llegan. Que hoy os reciba a vosotros.
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RÍO Y PEREGRINO

Bajo el sol, a mí llegas anhelante,
peregrino de quietud, de aguas remansadas
que te devuelvan tus rasgos, tus miradas,
río soy que refleja tu sombra hacia adelante.

Proyecta tu sombra sobre el cauce,
deja tu mochila entre las flores,
deshoja tus miedos, siente los olores,
reposa tu mirada bajo el sauce.

Busca un instante que calme las corrientes,
una brisa que refresque los calores,
una mano que apacigüe los temores
y una mirada que refleje lo que sientes.

Como yo, peregrino,
buscas un final.
El mío es el mar,
el tuyo es el camino.