10 diciembre 2007

poesía para una niña que va a nacer


Con el nombre que han pensado sus padres para la niña que crece en el vientre de Iratxe y junto a los cuidados de Carlos, me surgieron estas palabras. El nombre es Enara, que significa golondrina en euskera.



El primero se lo regalo al padre para que se lo lea a su hija. Un abrazo Carlos.






Quiero tejer con mis ramas
una cuna donde descanses tranquila
poner una manta de ternura
donde reposes con paz
mientras tu padre te mira
donde sonrías entre sueños
mientras tu madre descansa.

Trenzaré con emociones vividas
un nido que te proteja
del frío de la mañana
y del calor al mediodía
pensaré tus sonrisas dormidas
imaginando mundos sin estrenar
avivaré tu fuego de futuro
con lágrimas sin tiempo

construiremos los dos un mundo
que te permita crecer sin miedo
donde aprendas a volar
en círculos cada vez más grandes
donde desarrolles más
lo que sientes, lo que eres,
lo que sabes, lo que vives
donde vayas dejando las huellas
de tu crecer enraizado

y las manos que al principio
apoyarán tus inciertos pasos
recibirán con el tiempo
arrugadas por tejer y trenzar
tu caricia enternecida
tu cariño y tu sonrisa
cerrando el círculo de vida
que se inicia mientras creces
en el vientre enamorado
de dos almas que te esperan.



El segundo se lo regalo a Iratxe, con la que tanto he aprendido y compartido. Un abrazo.






Una torre, un campanario
sonidos alegres llenan los huecos
los nidos de docenas de golondrinas
empeñadas en volar y volar
en inacabables círculos
recortando su breve figura
contra el azul del cielo
bordeando el silencio de la tarde
de verano frente a la sierra.

Un nido, una breve parada
un volver a volar incansable
mientras los pájaros padres
observan sonrientes y callados,
acompañan los primeros vuelos
enseñan caminos nuevos
y esperan pacientes
la vuelta de la pequeña golondrina
a la paz del nido en la torre.




Fortalecer la torre
construir con mimo el nido
tener paciencia y volar
junto a la pequeña, soltar
de cuando en vez la mano,
amamantar los sueños,
mirar con ternura el crecer
y esperar hasta que un día
encuentre otra torre, otro cielo
donde romper el azul
con la gracia de su volar.






Y para todos los que leáis estos poemas, un abrazo de padre que recuerda las sensaciones y las emociones vividas hace mucho tiempo, antes de nacer mis hijos.