Recostada en un rincón del alma, tengo escondida una pena, una solitaria y silenciosa pena, que solo se escucha en las noches de luna llena, cuando su luz penetra hasta el rincón donde reposa, cansada y casi olvidada.
La luz de la luna llena la activan tus ojos, tu ausencia o la ausencia de tus manos en mi cintura, mientras bailamos callando, en un viejo rito de cántico a la luna, en las noches olvidadas, cadenciosas y algo tristes, en las noches donde el alma busca una compañía soñada y nos refleja la luna en el cristal que forman las aguas del río de mi memoria.
Desperté sobresaltado y la pena había huido, había dejado el rincón acostumbrado. La busqué, le grité, no estaba. En su lugar encontré un pañuelo de seda que vagamente recordaba rodeando tu cuello mientras la luna nos veía dar vueltas y nos reflejaba en el río de cristal de mis ensoñaciones, muy lejos y muy al sur, junto a ese otro río de la Plata.
Y volví a soñar. Otro baile, otro girar mirándote a los ojos mientras tus manos se aferraban a mis recuerdos y la música hacía olvidar la pena antigua al son de un triste violín y un gastado bandoneón, en una vieja cafetería de San Telmo.
Te busqué en mi memoria. Recostada en un rincón del alma, tengo enmarcada tu figura y la busco, en las noches de luna sola, en las noches solitarias del alma, y bailo con tu figura y tu sombra.
La luz de la luna llena la activan tus ojos, tu ausencia o la ausencia de tus manos en mi cintura, mientras bailamos callando, en un viejo rito de cántico a la luna, en las noches olvidadas, cadenciosas y algo tristes, en las noches donde el alma busca una compañía soñada y nos refleja la luna en el cristal que forman las aguas del río de mi memoria.
Desperté sobresaltado y la pena había huido, había dejado el rincón acostumbrado. La busqué, le grité, no estaba. En su lugar encontré un pañuelo de seda que vagamente recordaba rodeando tu cuello mientras la luna nos veía dar vueltas y nos reflejaba en el río de cristal de mis ensoñaciones, muy lejos y muy al sur, junto a ese otro río de la Plata.
Y volví a soñar. Otro baile, otro girar mirándote a los ojos mientras tus manos se aferraban a mis recuerdos y la música hacía olvidar la pena antigua al son de un triste violín y un gastado bandoneón, en una vieja cafetería de San Telmo.
Te busqué en mi memoria. Recostada en un rincón del alma, tengo enmarcada tu figura y la busco, en las noches de luna sola, en las noches solitarias del alma, y bailo con tu figura y tu sombra.
Bien pudiera ser la letra de una música que cualquiera de mis amigas argentinas pudiera poner. Un abrazo a todas ellas.
7 comentarios:
Bellísimo!!!
Gracias...
Me quedo con la imagen del la luz de la Luna asociada al recuerdo de una danza compartida!
Un fuerte abrazo!!!
Lidia
Lindo abrazo en palabras, Modes.
"Recostada en un rincón del alma, tengo enmarcada tu figura y la busco, en las noches de luna sola..."
Me gustó lo de luna sola.
Bellísimo Buenos Aires. Y el aroma dulzón a tango viejo de San Telmo que seduce a quien lo roza.
Lo mejor para vos.
Es un momento bellísimo, Modes, y una preciosa letra para un tango que bien merece se le ponga música.
Gracias, querido amigo, por el baile y esos sueños que pasean por las calles de San Telmo al compás del bandoneón.
Un abrazo y mis mejores deseos para vos y tu familia.
Querido Modes
Pareces haber recorrido este barrio desde siempre. Un lugar que se niega a renunciar a su pasado, tal vez será por eso que es algo triste cuando la gente se va en los ocasos del domingo.
Hay algo de poesía, sin embargo, que llega con los fantasmas de la noche, de los que que amaron junto a la reja enredada de jazmines.
Bellísimo, gracias amigo!
Besos
Pues ojalá esa letra tan hermosa, tenga pronto una música acorde a su poesía.
Un beso, Modes.
Gracias Modes, tu relato tiene la cadencia de un tango, lo leía mientras sentía que mis pies pisaban las callecitas de San Telmo y se acercaban al café enfrente de la plaza.
Sencillamente hermoso :)
Un abrazo desde este lado del río.
muy bonito
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