
Me llamó especialmente, por conocerlas, los cuadros que había elegido para Navarra, Aragón, País Vasco y Cataluña. En todos ellos huye de lo tópico, tiene los ojos muy abiertos y encuentra, dentro de esa mirada de finales del XIX, que todavía idealiza la realidad al pintarla, gestos y personas muy reales. Las caras de los navarros me las puedo encontrar hoy si paseo por Isaba, Roncal o el Baztán. La agricultura de Aragón casi la he conocido yo de niño bien avanzado el siglo XX. Para pintar Gipuzcoa plantea el tema de los bolos y el monte cerca del mar. En Cataluña hemos paseado por docenas de pinares que podrían ser el del cuadro…
Me maravilló la capacidad y la importancia de mantener los ojos abiertos, críticos a que no se queden en lo típico que cada región nos muestra o nos trata de vender. Se encendieron todas las luces de mi ansia viajera y ensoñaron mis neuronas viajes repetidos con otros ojos.
Además, la compañía fue un lujo que añadió unos ojos preciosos a esta mirada de disfrute del arte y de la vida de otras personas.
Un abrazo para esta semana lluviosa de noviembre