15 marzo 2007

diálogo con el silencio y una carta a una niña que va a nacer








(La campana... en silencio; y la flor... para la niña, para todas las niñas)

SILENCIO


Te he sentido entre los dedos, te he temido y te arropado, te he escuchado y enmarcado dentro de mis pensamientos. Ven, rellena los alocados vaivenes de mi pensar, pon el fondo de color y hazme comprender tu significado.

Te soy extraño, me eres desconocido, pero siento la necesidad de integrarte en mis anhelos, de hacerte dueño y señor de algunos de mis momentos, de ser parte de mi yo, de ser mío, de dejarme llevar entre tus alas de viajero y peregrino.

Te deseo, bálsamo reparador de sentimientos sin freno, sabio relator de mis historias sin palabras, sólo sentidas, sólo pensadas, sólo mías.

A una niña que viene:

A esa niña que ha de venir, un saludo. Un saludo con el miedo de que el futuro no es hoy lo que soñamos ayer. Con la esperanza de que tampoco es tan malo como para no venir. Con la alegría de ver crecer un nuevo ser. Con la sonrisa de imaginar a sus padres poniendo sombra y calor a ese nuevo y tierno brote de una nueva mujer; sombra para los calores de la vida y calor para las noches sombrías.

A esa mujer que viene al mundo, un respeto. Un respeto para que encuentre lugar, acomodo y bien estar ante las dificultades del crecer. Un respeto para que pueda desarrollar lo que es y será, que de mayor no se quede en un por poco, un casi, un ay desgarrador.

A esa persona que va a nacer, mi cariño, mucho cariño. Cariño protector de buenos deseos. Cariño pausado de palabras tiernas. Cariño entrañable de niño emocionado ante la nueva vida, ante el revivir otros nacimientos, otros sentimientos.

A ti, nueva mujer, un hola emocionado. Y un beso tierno, muy tierno.

Son dos textos, dos emociones, dos de los muchos momentos que va teniendo la vida. Ahí los dejo y que disfrutéis de ellos. Gracias por leerlos. Modesto.


Las imágenes proceden de una presentación que recibí el otro día. Si le interesa a alguien, puedo enviársela.