Os diré, queridos amigos, cuánto valoro vuestra presencia, tanto cuando necesito una mirada que escuche mis desesperanzas, como cuando necesito una palmadita en la espalda y el reconocimiento por lo buena que está la comida o lo bien que me ha ido en la última ocasión que me ha dado la vida; cuánto valoro poder escuchar las buenas nuevas de vuestras vidas o mirar con ternura las tempestades que a veces os provoca la misma vida que nos mima con una mano, mientras con la otra nos vapulea entre grandes olas, nos eleva y nos sumerge, aunque rara vez llegue a peligrar nuestra barquilla.
Agradeceré, amigos míos, vuestra escucha y vuestras palabras, vuestros silencios y vuestras canciones, vuestro agradecimiento y vuestras preguntas. Gritaré al viento lo grande que es ver vuestras sonrisas y charlar en sobremesa, analizando la vida, arreglando el mundo y sus problemas, contándonos las cuitas y los planes, brindando con buen vino por el mañana más luminoso.
Brindaré por vosotros y por otros que no están, pero viven en mi recuerdo. Brindaré por la amistad, por haberos encontrado en el camino y por seguir compartiendo muchos otros ratos y viajes.
En la foto, de izquierda a derecha, cuatro buenos amigos en la sociedad Elorri Beltza: Roberto Arruabarrena, Modesto Amestoy, Javi Berasaluce y Juanan Urquijo (Dédalus en el mundo del blog). Os presento a gente con la que da gusto compartir comida, charla, sonrisas y alguna que otra lágrima. Un abrazo.