22 agosto 2009

ensoñaciones hacia el sur (pongamos que hablo de San Telmo)



Recostada en un rincón del alma, tengo escondida una pena, una solitaria y silenciosa pena, que solo se escucha en las noches de luna llena, cuando su luz penetra hasta el rincón donde reposa, cansada y casi olvidada.

La luz de la luna llena la activan tus ojos, tu ausencia o la ausencia de tus manos en mi cintura, mientras bailamos callando, en un viejo rito de cántico a la luna, en las noches olvidadas, cadenciosas y algo tristes, en las noches donde el alma busca una compañía soñada y nos refleja la luna en el cristal que forman las aguas del río de mi memoria.

Desperté sobresaltado y la pena había huido, había dejado el rincón acostumbrado. La busqué, le grité, no estaba. En su lugar encontré un pañuelo de seda que vagamente recordaba rodeando tu cuello mientras la luna nos veía dar vueltas y nos reflejaba en el río de cristal de mis ensoñaciones, muy lejos y muy al sur, junto a ese otro río de la Plata.

Y volví a soñar. Otro baile, otro girar mirándote a los ojos mientras tus manos se aferraban a mis recuerdos y la música hacía olvidar la pena antigua al son de un triste violín y un gastado bandoneón, en una vieja cafetería de San Telmo.

Te busqué en mi memoria. Recostada en un rincón del alma, tengo enmarcada tu figura y la busco, en las noches de luna sola, en las noches solitarias del alma, y bailo con tu figura y tu sombra.

Bien pudiera ser la letra de una música que cualquiera de mis amigas argentinas pudiera poner. Un abrazo a todas ellas.