02 agosto 2009

multiplicidad de miradas o las historias de Benito


Ha amanecido el día de agosto con nubes. Las calles aún mantienen los charcos que ha dejado la lluvia por la noche. Las calles están vacías. La gente, adormecida a estas horas, descansa, salvo algunos jóvenes que vuelven de la juerga nocturna a desayunar, mientras lanzan comentarios en vos muy alta, rememorando lo acontecido en su fiesta.

Dejo vagar mis pasos por la calle silenciosa, bajo los árboles que refrescó la lluvia. Dejo vagar mis pensamientos por esos bancos vacíos, por esas flores llenas de gotas de lluvia, por esos colores que contrastan con el verde del césped. En estas hras soltarias siempre hay algún abuelo que, no pudiendo aguantar más en la cama, pasea y saluda. Hoy me he acordado de Benito, que murió hace tres meses. Benito me solía contar historias de su vida y de su pueblo y un día me contó ésta:

"A mi pueblo hubo años en que sólo venía un periódico. Siempre el mismo y nos contaba lo que pasaba en la capital, en la ciudad que estaba a 115 km y a la que íbamos solo un par de veces al año. Yo, de pequeño, me leía todos los días lo que pasaba y en mi cabeza de niño despierto se iba formando una imagen de la capital que rellenaba cada vez que mi padre me llevaba.

Mi sorpresa fue llegar y ver en la plaza mayor siete periódicos diferentes. Mi padre pidió un café en el casino y yo me puse a leer uno, dos y hasta tres periódicos diferentes, colocados en las varilas de madera que se colgaban de las paredes de mármol del casino.
Cuál no fue mi sorpresa que al leer el segundo, resulta que fulano ya no era tan bueno, que era el peor enemigo de la provincia, en el tercero se le acusaba de ladrón... y yo había estado todo el año imaginándomelo como el gran hombre de la región.
Me quedé pensativo y le pregunté a mi padre. Él, apagando el cigarro en el cenicero enorme de cristal y pagando el café y la horchata, pasó su mano por mi cabeza casi sin pelo y me dio, como casi siempre, la respuesta con un refrán: "todo depende del color del cristal con que se mira".
Salí caminando detrás suyo por la plaza y contando cuántos periódicos había en aquel quiosco de mi infancia".
Hoy, que Benito ya no pasea en busca del pan y el periódico (cada domingo uno diferente), yo sigo vagando mis pensamientos y le recuerdo con la mirada mientras trato de mirar el mundo con sus ojos, con otros ojos y verlo más completo, multiplcando las miradas para ver el mundo y sus personas.