En mi interior la calma momentánea, la sosegada espera mientras transcurren las horas, me ha hecho recordar unos poemas que escribí a las distintas estaciones, representándolas en diferentes árboles. El del otoño era el haya.
Otoño
Haya
De tus ramas van cayendo sedosas
tristes hojas rojas ya sin consuelo
cubriendo la tierra, mirando al cielo
son de su propia sepultura las losas.
Dan su vida y vierten poderosas
su último canto y su vital anhelo
pudrirse en las entrañas de ese suelo
resurgir en savia nueva, gloriosas
Haya en tonos rojos engalanada
apura del otoño los calores
derrama en la tierra tu fértil llanto
de hojas convertidas en sutil manto
espera que nuevos verdes colores
recubran tu estructura esperanzada.
Haya
De tus ramas van cayendo sedosas
tristes hojas rojas ya sin consuelo
cubriendo la tierra, mirando al cielo
son de su propia sepultura las losas.
Dan su vida y vierten poderosas
su último canto y su vital anhelo
pudrirse en las entrañas de ese suelo
resurgir en savia nueva, gloriosas
Haya en tonos rojos engalanada
apura del otoño los calores
derrama en la tierra tu fértil llanto
de hojas convertidas en sutil manto
espera que nuevos verdes colores
recubran tu estructura esperanzada.
Hay tristeza en las imágenes del otoño, pero hay paz, quietud de un futuro que se aletarga, se agazapa ante nuestros ojos y nos obliga a reposar a la espera de nuevos renaceres y nuevas estaciones.
El empleo de las estaciones como metáfora de las distintas edades del hombre y de distintos estados de ánimo humanos ha sido recurrente en los poetas y en las personas. Quizás, para nosotros, cuarentones, esté acabando el verano y empecemos a notar los primeros síntomas de un otoño que, espero, nos traiga paz y quietud a la sombra de este haya engalanada cuando paseemos y al calor del fuego del hogar, cuando descansemos.
un buen otoño a todos-as.
19 octubre 2006 Modesto
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