Hoy voy a contar un hecho que me acaba de suceder.
Me he puesto a corregir un trabajo de una alumna sobre algunos poemas de Miguel Hernández. Refiriéndose a las nanas de la cebolla, comenta que le parece muy triste, que le ha emocionado.
Sólo eso, le ha emocionado. Ya ha cumplido uno de los obletivos que me propuse al iniciar el curso de literatura, que las letras que los poetas y escritores nos han legado, lleguen a impactar en nuestras almas, lleguen a cumplir el ciclo para el que fueron creadas, expresar la emoción del que lo creó y generar alguna emoción en el lector.
Y yo como maestro también me he emocionado con las palabras de mi alumna y con otros versos del poeta.
Reproduzco unos versos suyos:
Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes. Tristes.
Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes. Tristes.
Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes. Tristes.
De Cancionero y romancero de ausencias.
Un abrazo, Modesto
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